La situación que encontramos actualmente en relación con la eficiencia energética es controvertida. Nos encontramos un parque inmobiliario especialmente deficitario y unos propietarios sin interés en mejorar la eficiencia energética de sus viviendas. Una situación que la Administración quiere romper mediante un ambicioso plan de ayudas económicas a la rehabilitación.
Es imprescindible concienciar a los propietarios de que la eficiencia energética es un aspecto muy importante y que les aportará unos beneficios individuales a medio y largo plazo como: el ahorro en la factura energética, la mejora del confort y la posible revalorización de los inmuebles. Pero nos encontramos con que mejorar las condiciones energéticas de nuestro edificio no es en ningún caso una prioridad para los propietarios.
Informes realizados por el Consejo General de la Arquitectura Técnica (CGATE) nos dicen que “la eficiencia energética es uno de los factores menos relevantes en la toma de decisión para la adquisición de una vivienda, y está muy por detrás de otros como el precio, ubicación o superficie, y que casi el 70% de los propietarios manifiesta que no invertiría en su casa para reducir el coste de sus facturas energéticas”.
Por su parte, el aislamiento de las viviendas es inexistente o muy deficiente en casi 24 millones de viviendas, más del 91% del parque de edificios. Y las ventanas tienen una antigüedad superior a 11 años en un 63% de las viviendas. Es imprescindible considerar el alto coste medioambiental que representa todo este desperdicio de energía, procedente aún mayoritariamente de las fuentes tradicionales.
Lo cierto es que la rehabilitación energética no parece aportar una “satisfacción” inmediata. Aunque globalmente mejoramos significativamente las prestaciones de nuestra vivienda, rehabilitarlo con criterios de eficiencia energética puede parecer que no es “necesario”.
Pero desde un punto de vista exclusivamente económico, mejorar las características térmicas de un edificio supone una reducción, en muchos casos, de hasta un 50% del gasto que le destinamos a consumo de energía.
Cuando intervenimos en la envolvente del edificio conseguimos mantener una temperatura interior mucho más estable, sin saltos térmicos, se eliminan las humedades interiores producidas por la falta de aislamiento térmico y paralelamente mejoramos el aislamiento acústico.
Encontramos una realidad del parque de viviendas deficiente o muy deficiente, con un ámbito de actuación muy alto, pero que los propietarios no consideran prioritario. Para intentar modificar esta situación, las ayudas a la rehabilitación planteadas irán dirigidas a promover tres aspectos básicos: la mejora del aislamiento, la mejora de la eficiencia de las instalaciones y fomentar la generación renovable.
Es primordial en primer lugar, la reducción de la demanda. No hay más ahorro de energía que aquélla que no se necesita. Las medidas pasivas que reducen la demanda de energía son las más eficaces y duraderas en el tiempo.
La demanda de energía en un edificio se puede reducir con diversas estrategias, la más eficaz es la incorporación y/o aumento del aislamiento térmico de la envolvente, pero hay otras como la reducción de puentes térmicos, la sustitución de carpinterías exteriores o la incorporación de sistemas de control solar.
Reducida la demanda, la mejora del rendimiento de las instalaciones y equipos sería el segundo paso, evitando aquellos combustibles más contaminantes, incorporando nuevas tecnologías y maquinaria de última generación.
Finalmente, una vez tengamos una demanda baja de energía y un rendimiento óptimo de las instalaciones, el tercer objetivo sería intentar conseguir que el pequeño gasto energético resultante fuera cubierto mayoritariamente mediante energías alternativas y renovables, como la energía solar, tanto térmica como fotovoltaica, la aerotermia o la geotermia, entre otros.
En primer lugar y como hemos visto antes, para garantizar unos resultados satisfactorios, es necesario contactar con un técnico que haga un estudio previo y ofrezca una solución completa: asesore sobre la viabilidad de la solución propuesta, su eficacia, otras alternativas posibles, que efectúe una estimación de los ahorros obtenidos, etc.
En cuanto a los criterios económicos, es importante valorar la posibilidad de aprovechar la realización de obras de reparación o de mantenimiento en la fachada, en la cubierta o en las medianeras, para incorporar un aislamiento térmico, ya que ello reducirá el coste final de las obras.
La viabilidad de una propuesta de mejora de la eficiencia energética de las viviendas no depende sólo de sus propias características, sino también, y muy importante, del uso que se haga de los sistemas de calefacción y/o refrigeración, puesto que es necesario una participación activa y responsable de los usuarios.
La orientación del edificio y el número y dimensión de las ventanas y balconeras es un factor determinante como las características de las fachadas, la cubierta o las instalaciones de calefacción que se utilizan.
La eficacia y el rendimiento de la rehabilitación con criterios de eficiencia energética es proporcional a su alcance. Esto significa introducir un aislamiento térmico en la fachada, pero también en las medianeras, los patios y la cubierta. Es importante sustituir ventanas y balconeras cuando las que tenemos no están en buen estado. Las instalaciones, colectivas o individuales, deben ser eficientes y debemos utilizarlas adecuadamente.
Actualmente el mercado ofrece multitud de productos y sistemas para incorporar un aislamiento térmico en un edificio existente. Podemos aislar por el exterior del edificio, por el interior de la vivienda y, si existe, por inyección en la cámara de aire de la fachada. Los materiales se encuentran en forma de placas, mantas o espumas.
El aislamiento debe aplicarse a todos los cerramientos en contacto con el exterior: las fachadas, las medianeras, los patios y la cubierta. Y, también, a los cierres interiores que limitan con zonas comunes del edificio.
Éste es un sistema especialmente adaptado para las obras de rehabilitación y que ofrece las mejores prestaciones en orientaciones con mucha radiación solar. Térmicamente, el aislamiento por el exterior, aprovecha la inercia térmica del cierre, acumula y regula el calor.
Como hemos visto, no se puede evaluar económicamente una propuesta si no se contextualiza en un determinado escenario. Las características de la fachada, la orientación del edificio o la superficie de ventanas y balcones determinarán las prestaciones finales. Sin embargo, esta solución es la que ofrece un tiempo de recuperación más bajo, alrededor de los 10 o 12 años, si se utilizan materiales con un grosor que oscile entre los 7 y 8 cm.
Térmicamente, situar el aislamiento por el interior de la vivienda, favorece la sensación de confort al igualar en poco tiempo la temperatura del ambiente interior con la superficie interior del cerramiento. La sensación de confort está directamente relacionada con la diferencia de temperatura entre la temperatura interior ambiente y la de la superficie del cierre. Con una misma temperatura interior, si la diferencia es alta, la sensación de desconfort es más acentuada.
Contrariamente a la solución por el exterior, la solución interior es más recomendable en climas fríos o fachadas con una baja insolación, porque en estos casos la masa térmica del muro de la fachada es poco efectiva.
Situar el aislamiento por el interior resuelve fácilmente el problema de los puentes térmicos en las jambas y dinteles de las ventanas, y nos permite no tener que sustituir las ventanas. No soluciona el puente térmico provocado por suelos y techos en contacto con la fachada.
Este tipo de intervención puede aplicarse individualmente a cada vivienda. Esto significa que es una solución si la comunidad de propietarios no llega a un acuerdo. Tampoco requiere sistemas auxiliares para la ejecución de las obras, ni condiciona el aspecto visual de la fachada.
Al situar el aislamiento por el interior se modifica el aspecto interior de los cerramientos y deben modificarse las instalaciones, interruptores y radiadores, que ocupan el cerramiento. El acabado puede ser tradicional o con sistemas de cartón yeso. Aún así se pierde al menos unos 10 cm de espacio interior.
Obviamente en este caso, sí existe interferencia con las personas usuarias de la vivienda en el momento de la ejecución de las obras y habrá que hacer reparaciones de acabados interiores afectados por las obras. Como antes, este tipo de solución es recomendable si queríamos renovar el interior de la vivienda.
Económicamente, el tiempo de recuperación es superior, sobre los 20 años, con espesores de entre 7 y 8 cm. En este caso, se suma al coste de la rehabilitación energética el de la rehabilitación de la vivienda.
En edificios construidos entre los años 60 y los 80, el cerramiento de fachada a menudo está formado por dos hojas entre las que se dispone una cámara de aire inicialmente vacía que cumple la función de protección térmica del edificio.
Las cámaras de aire corrientemente utilizadas suelen tener un grosor que oscila entre 6 a 14 cm según las combinaciones de los diferentes formatos de los ladrillos disponibles en el mercado.
Este sistema no es recomendable para la ejecución de obras de rehabilitación si no puede garantizarse la continuidad de la cámara de aire. La cámara no es accesible y habitualmente presenta obstrucciones producidas por escombros, suciedad y otros elementos que dificultan la correcta instalación in situ mediante la inyección de materiales aislantes en el interior de la cámara.
A su vez las fachadas construidas con muros de doble hoja presentan múltiples interrupciones de la cámara de aire: pilares, ventanas, techos, etc. Por ello, esta solución debe complementarse con otros sistemas que colaboren en reducir el impacto de las heterogeneidades y poder garantizar la continuidad del aislamiento.
Para poder realizar la inyección de la espuma es necesario que la hoja exterior sea resistente. Es recomendable sólo en muros de ladrillo macizo o agujereado y en ningún caso si se trata de tabiques de espesor inferior a 10 cm.
Térmicamente ofrece un comportamiento similar a situar el aislamiento por el interior de la vivienda y puede aplicarse desde el interior o el exterior, con las mismas ventajas e inconvenientes que hemos visto antes: la utilización de medios auxiliares y las molestias para los ocupantes de la vivienda.
Es muy importante si se incorpora el aislamiento a la cámara que se realice una supervisión esmerada del cierre para garantizar la continuidad de la cámara y la inexistencia de fisuras importantes en el muro exterior de soporte. También requiere un control de calidad esmerado del proceso de inyección y el resultado final.
La inyección de espumas aislantes en la cámara de aire del muro, como en el caso del aislamiento por el interior, puede producir la aparición de condensaciones en la cara interna de la cámara. Pero en este caso, al ser inaccesible, es más difícil solucionarlo.
Las ventanas y balconeras desempeñan un papel fundamental en el funcionamiento térmico y de confort de las viviendas. Son elementos de captación solar directa, de ventilación y luz natural, todos ellos condiciones básicas para la habitabilidad de las viviendas.
Por todo ello, sustituirlas cuando se encuentran en mal estado o sus prestaciones no son las adecuadas, es, desde un punto de vista energético y de confort, muy importante.
En ningún caso debemos olvidarnos de las persianas, celosías, lamas o toldos que actúan como protecciones solares. Nos ayudan a controlar la entrada de la radiación solar directa y las ganancias térmicas en el interior de la vivienda, interponiéndolas o no según las necesidades. Son imprescindibles especialmente en verano, evitando el sobrecalentamiento.
En el mercado podemos encontrar múltiples sistemas, materiales y rendimientos en carpintería para ventanas y balconeras, en función de nuestras necesidades. A su vez, deben considerarse los tres elementos por separado: marco, vidrio y protección solar. La elección de una u otra, en el caso de una rehabilitación energética, debe tomar esencialmente en consideración las prestaciones térmicas y acústicas de la carpintería. Se estima que para llegar a las exigencias solicitadas, y si se quiere solicitar una subvención, deben colocarse cristales como mínimo del tipo doble con cámara de aire de 4/12/4 mm.
Si se considera la posibilidad de solicitar una subvención para la sustitución de ventanas, éstas deben satisfacer determinadas exigencias de calidad:
A la hora de realizar una reforma que nos permita, reducir las emisiones de CO2, ahorrar energía y mejorar el confort de nuestro hogar es muy importante elegir a profesionales que nos ayuden a escoger los materiales adecuados y lleven a cabo las actuaciones pertinentes.
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