En los próximos meses se prevé una inversión que rondaría los 5.300 millones de euros, procedentes de fondos europeos y dirigidos a la mejora del parque inmobiliario.
Las ayudas incluirán tres líneas básicas: mejora de la eficiencia energética, conservación de edificios y mejoras en la accesibilidad. Y será imprescindible, para particulares y comunidades de propietarios, haber realizado la Inspección Técnica de Edificios (ITE) o el Informe de Evaluación de los Edificios (IEE) y disponer de la Certificación de Eficiencia Energética.
Las mejoras de la eficiencia energética se refieren a mejorar el aislamiento en fachadas y cubiertas, la substitución de ventanas, cierres de terrazas –las que ya tengan un techo- y la incorporación de toldos u otros elementos que reduzcan la insolación.
Por lo que se refiere a las instalaciones, se incluiría la colocación de nuevos sistemas de calefacción, refrigeración, producción de agua caliente sanitaria y/o ventilación para el acondicionamiento térmico.
También se incluiría la incorporación de equipos de generación o que permitan la utilización de energías renovables, como la energía solar fotovoltaica, biomasa o geotermia, que reduzcan el consumo de energía convencional térmica o eléctrica del edificio.
Otra de las medidas que se pretende potenciar sería las actuaciones que mejoren el aislamiento acústico de las viviendas y la instalación de puntos de recarga de vehículos eléctricos.
Para poder optar a las ayudas, los particulares y/o comunidades deberán satisfacer dos condiciones: mejorar como mínimo una letra en la calificación energética del edificio y, a la vez, reducir al menos un 10 % el consumo de energía final.
Por otro lado, las ayudas también incluirán la conservación de edificios. Las referidas a la cimentación de estructura o la cubierta, y también fachadas o patios con lesiones importantes o graves, detectadas durante la inspección de los mismos.
Otro de los aspectos que incluirán las subvenciones serán las mejoras en la accesibilidad de los edificios. La gran mayoría de veces, la instalación de rampas o ascensores.
Las comunidades son hasta el momento especialmente reacias a adoptar este tipo de medidas, o la combinación de varias. Pero, considerando las condiciones del parque inmobiliario por lo que se refiere a su eficiencia, son una de las inversiones más necesarias.
Partimos de la base de que aproximadamente un 80% del parque de edificios es susceptible de rehabilitarse con criterios de eficiencia energética. Si nuestra vivienda se construyó antes de la década de los años ochenta, muy probablemente se hizo sin ningún tipo de aislamiento térmico, y hasta 2006, es sumamente deficiente. Y lo mismo ocurre con los sistemas de calefacción o climatización. Este es uno de los problemas más habituales y es precisamente la nula capacidad aislante la que provoca pésimas condiciones de confort y el despilfarro de la calefacción.
Una de las acciones más rentables que podemos realizar en nuestro edificio es incorporar un aislamiento térmico y sustituir las ventanas y balconeras. Mejorar las características térmicas de nuestra vivienda supone una reducción, en muchos casos de hasta un 50% del gasto en calefacción y aire acondicionado.
Actualmente el mercado ofrece multitud de productos y sistemas para incorporar un aislamiento térmico a un edificio existente. Podemos hacer este aislamiento por el exterior del edificio, por el interior de la vivienda y, si existe, por inyección de espuma en la cámara de aire de la fachada. Los materiales se encuentran en forma de placas, mantas o espumas. Para reducir los gastos cuando hacemos este tipo de intervenciones, es recomendable aprovechar y realizar obras de rehabilitación en la fachada o en la cubierta. De esta forma reducimos el coste total derivado de la mano de obra o la instalación de un andamio.
Otro punto importante pasa por hacer un buen uso de las instalaciones de climatización siempre teniendo en cuenta que la viabilidad de una propuesta no depende sólo de las propias características de la misma, sino también, y más significativo, del uso que se haga de los sistemas de calefacción y/o refrigeración. Si la instalación tiene más de 10 años de antigüedad es recomendable renovarla y el mercado nos ofrece muchas opciones. Un sistema de calefacción y agua caliente conjunta es más eficiente. Si se ha de sustituir, es recomendable utilizar las calderas de condensación o bombas de calor a gas natural o, sistemas de aerotermia, o si es posible, biomasa. Los sistemas que funcionan con energía eléctrica se deben evitar por su baja eficiencia.
Des de la Administración y el Consejo General de la Arquitectura Técnica (CGATE) han puesto a disposición de los usuarios, herramientas que permiten hacer simulaciones de inversión, ahorro y tiempo de recuperación de las inversiones.
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